Los niños no se avergüenzan unos de otros de su desnudez y confían plenamente en sus padres, en que los quieren y no les engañan. Esa es la inocencia original que la humanidad perdió por el pecado. Por caer en la trampa de buscar ser más de los límites del propio ser y por buscar un nuevo orden en el que Dios no fuera el Señor. La humanidad entró en la adolescencia de cabeza. Los adolescentes ya no se creen que sus padres les quieren cuando les ponen reglas. Y para sacarnos de la adolescencia del pecado original vino Jesús. Que pone saliva en nuestra lengua y nos mete los dedos en los oídos, y nos dice esa palabra poderosa: “EFFETA”. Que nos abramos como niños confiados al amor gratuito de Dios. Sigue sanándome Jesús de la adolescencia espiritual, sigue haciéndome niño que no se avergüenza que no se esconde. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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