Seguimos con la poda libradora para dar más fruto. Esta semana hemos estado con los pensamientos. Y este domingo he leído las lecturas con la clave de la AUTENTICIDAD. Somos auténticos cuando decimos lo que pensamos, más aún, cuando nos mostramos tal y como somos. Así nos mostramos en casa, donde nos conocen de verdad. En la Trasfiguración Jesús fue muy auténtico porque mostró su más profunda identidad de Hijo de Dios. Fue un desvelar lo que estaba velado porque tenía que ser así.  Abrahán también es muy autentico en su relación con Dios y se la juega del todo. Demuestra que ama a Dios de verdad y no se reservó a su propio hijo. En la segunda lectura se dice esto de Dios, que no se reservó a su propio Hijo y por eso no puede estar contra nosotros y Jesucristo tampoco. Es pura lógica, si el se ha entregado por mí, ¿cómo va a abandonarme? El Misterio Pascual a cuya celebración nos estamos preparando es la muestra más grande de autenticidad que podamos conocer. 

Tanta sinceridad nos parece imposible porque vivimos en una cultura de la mentira. Siempre ha habido mentira, pero el nivel de estos tiempos es escandaloso. Tantas fake news que ya no sabemos a quien creer. Un gabinete de expertos del Covid que resulta que no existe, un Rey que defrauda a Hacienda, un tesorero de un partido que se hace rico con la caja B… pero es que vivimos en una país que tiene la mentira como una de su notas de identidad. Compramos y vendemos viviendas con dinero en B sin escriturar y declarar a Hacienda. Nosotros estamos llamados a ser libres de la mayor esclavitud que es la mentira y a vivir en la verdad. En la mentira no hay grises, o es verdad o es mentira. Es cierto que en la autenticidad hay que guardar siempre la caridad. Y no podemos ir por ahí hiriendo a los demás al soltarle lo que pensamos de ellos. En ese caso prima la caridad de no ofender,  pero tampoco se puede mentir adulando y luego poniendo a esa persona verde por la espalda. Ni una cosa ni la otra. 

Y termino con la autenticidad más importante que es la de mostrar nuestra verdadera identidad que no es nuestro DNI, nuestro nombre, ser español, sino la de bautizados, HIJOS AMADOS DE DIOS. Ciertamente en nuestra país falta cultura democrática y no hay libertad religiosa plena. Ya quisiéramos ser como los Estados Unidos donde se respeta tanto las creencias de cada ciudadano y se escucha música cristiana en las emisoras de radio comerciales. Pero no tengamos miedo a mostrar, sin tapujos y con orgullo, que somos hijos amados de Dios. Que mostremos lo que vemos cada día en el espejo, la maravilla salida de sus manos y amada con locura por Él. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.