La higuera seca es un ejemplo de lo que sucede cuando vivimos con fe, pero también nos puede servir para reflexionar sobre la impaciencia de esperar frutos cuando no es tiempo. Jesús realizó el signo profético de purificar el Templo consciente de que aquella forma de vivir la relación con Dios no daba más de sí y consciente también de que no estaban preparados para otra cosa. El nuevo culto en Espíritu y en Verdad, como le dijo a la samaritana, llegaría con la Pascua y la efusión del Espíritu Santo. No era aún el tiempo, pero sí que estaba diciendo que ese culto se secaría como se secó la higuera. Con nosotros mismos y con los demás debemos esperar los frutos a su tiempo. Ay quienes se impacientan consigo mismos porque “no soy santo” y con los demás “no avanza, no crece”. En los procesos hay ritmos que hay que respetar. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.