Seguimos este domingo leyendo el discurso del Pan de Vida. La semana pasada el tema central era el maná, y veíamos su significado como salvación para el Pueblo en la travesía por el desierto desde la esclavitud a la libertad. Como los que tratan de salir de una adicción que tienen que reconocer “de aquí yo no puedo salir sólo, me tiene que sacar Dios”. La experiencia de este domingo es la Elías que huía de la persecución por el desierto. Había degollado a todos los profetas de Baal y la Reina Jezabel lo buscaba para matarlo. En el desierto se echó a morir, pero el ángel lo despertó y le ofreció comida para ese largo camino que superaba sus fuerzas. 

Jesús insiste en esta parte de su discurso en  la vida eterna para los que comen el Pan de la Vida. Se trata de un camino que lleva al cielo, un camino que no podemos recorrer por nosotros mismos, con nuestro esfuerzo, nuestras cualidades, con nuestras buenas obras. Es un camino de vuelta a casa, que sólo Jesús nos puede enseñar, que hacemos atraídos por la misericordia del Padre, que se hace poco a poco, perseverando en la mesa de la Eucaristía. 

Dice San Pablo que no pongamos triste al Espíritu Santo. Cuando el fuego de la chimenea se viene abajo se suele decir “que triste está la lumbre”. Cuando aflojamos nuestra vida de oración, nuestra escucha de la Palabra es menor, nuestra vida comunitaria se enfría, el fuego se viene abajo y el Espíritu Santo entristece.  El Espíritu Santo nos hace capaces de ser imitadores de Dios, como hijos queridos, que en la mesa día a día, escuchan y aprenden lo que es el amor. Si morimos en la comunión eucarística, “en paz con Dios” como dice la gente de forma muy sencilla, lo único que hacemos es cambiarnos de sitio en la mesa. Pasamos del extremo de la Iglesia que peregrina, al extremo de la Iglesia que triunfa. Los que no mueren así les cuesta un poco encontrar el sitio en la otra parte de la mesa. Ese es el purgatorio, los que están en esa búsqueda necesitan de nuestra ayuda, precisamente ofreciendo la Misa por ellos les ayudamos a encontrar su sitio. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.