Ayer estuve en la Vigilia Diocesana de Jóvenes y el Obispo empezó haciendo referencia al punto de encuentro donde los jóvenes quedan para salir. Pues dijo que el punto de encuentro entre Dios y los hombres es María. Él no lo dijo pero yo añado que María hizo posible la sinodalidad, el caminar juntos de Dios con la humanidad de una forma nueva. Ya llevaba Dios caminando con su Pueblo siglos. El Éxodo es una etapa precisamente de camino juntos. Con la encarnación del Hijo, para la que María había sido preparada desde su inmaculada concepción, comenzó una nueva forma de caminar juntos. Dios quiso se un peregrino más de la existencia para escuchar en propia carne las preguntas y los anhelos de los hombres y mujeres. En María podía darse ese punto de encuentro porque en ella todo era diálogo y comunicación, no había obstáculos para la escucha y ella hablaba con verdad desde el amor. Todo ello era posible porque era llena de gracia, libre frente al pecado.
Puede parecer que la libertad es el presupuesto del pecado puesto que si somos libres podemos escoger y por lo tanto podemos escoger el mal. Pero precisamente cuando escogemos el mal no somos libres frente al pecado. Somos libres para escoger el bien con naturalidad. María no se sentía inclinada al pecado como los demás. Ella nació con un anticipo de los efectos del Misterio Pascual que sucedería casi cincuenta años después. Dios que es previsor lo hizo así interviniendo en su concepción para romper la cadena de sucesión en el pecado original. Ella no nació escondiéndose como Adán de Dios, lleno de miedo. Ella nació como una critura confiada en Dios. En Ella esto sucedió en potencia y en acto. En nosotros en cambio sucede en potencia por el bautismo. Somos potencialmente libres frente al pecado. Es una capacidad que tiene que ser desarrollada, que tiene que desplegar todo su potencial. Y este desarrollo que es el proceso de conversión dura toda la vida.
La realidad es que la mayoría de la población está bautizada, pero sólo una minoría ha desarrollado la capacidad de ser libre del pecado, libre para amar. Miramos a nuestro alrededor y además de todo lo bueno que percibimos, nos damos cuenta de que el mal acampa a sus anchas. Yo llevo unos días percibiéndolo así con crudeza. Por eso me animó tanto la película de Cotelo, por eso me anima tanto contemplar en María esa libertad de la gracia. Estamos buscado estrellas en el cielo de nuestro Barrio y sin duda la que más brilla es María, la miramos a ella y nos inspira, nos comunica seguridad en la prueba de que todo tiene arreglo, que el mal es pisoteado por la Inmaculada. El Señor nos ha enriquecido con muchos bienes, com dice la segunda lectura, pero de ellos sobresale sobre todo la creación de una mujer como María tan libre y tan auténtica. Feliz día de la Inmaculada. Para ver las lecturas pincha aquí.
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