El día de la inmaculada se inauguró en la Torre de la Virgen María de la Sagrada Familia de Barcelona la estrella luminosa. en las noches de la ciudad condal brilla ahora un astro. Pero como dice mi amigo Josep Otón en un post, no se trata de una luz esplendorosa y radiante sino de una luz tenue. Su misión es iluminar y no ofuscar. Por eso no es radiante, no se impone. Como la estrella de Belén, para muchos pasa inadvertida. Sólo los receptivos, los que están atentos la descubren. Tampoco es una luz inquisidora que nos acusa, no es un foco vigilante que pone en evidencia nuestras acciones. Aunque sí que revela los secretos de nuestro corazón, como en el caso de Herodes que puso en evidencia su ambición desmedida, que le estorbaba Jesús. Así es la fe, la relación con Jesús. Él no se impone nunca, lo encuentran los que lo buscan, pero los que lo encuentran sí que descubren lo que en sus vidas es incompatible con tener una relación con él.
Hemos estado desde el comienzo del Adviento buscando estrellas en el firmamento de nuestro Barrio. Esas personas que como los justos brillan en el cielo, han brillado por sus vidas, por sus valores. Hemos abierto el buzón que hay en el altar y han aparecido un buen número de tarjetones con datos. ¡que regalo!, cuánto amor han puesto los que se han molestado en escribir, y sobre todo en recordar y querer poner en luz. Son las estrellas del pasado, ahora nos toca a nosotros ser estrellas para llevar a Jesús a los buscadores de hoy. No es fácil encontrar buscadores. La mayoría de las personas con las que nos relacionamos son más bien Herodes. Son víctimas de nuestra cultura líquida, atiborrados de todo, soñolientos, aburridos de la vida que no buscan más allá. Esta cultura está montada para acabar con la capacidad de búsqueda del ser huamano. Son pocos los que miran al cielo, pero los hay. Y en este comienzo del segundo trimestre del año, cuando nos disponemos a lanzar de nuevo el Curso Alpha, nosotros vamos a buscar a esos buscadores para invitarlos.
Termino con esto de la invitación poniéndome serio. No me suelo poner así a menudo pero creo que en este momento tenemos que serlo. Ser o no ser estrella para otros, invitar o no invitar no es algo de poca importancia. Invitar a alguien a Alpha es un acto de amor. Desvelar a alguien que tiene sed y busca el agua donde está la fuente es un acto de amor. Pero no hacerlo no es algo neutro, es dejar de amar y por lo tanto es pecado. No pensemos que invitar y ser estrella es para los otros, para algunos de la parroquia, es responsabilidad de TODOS. Damos gracias a Dios por habernos encontrado con él, por habernos convertido en estrellas para otros. Yo personalmente le doy gracias por ser sacerdote desde hace 23 años, y estar distribuyendo la gracia en favor vuestro desde entonces. Felicitas Epifanía y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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