Hace semanas nos reunimos el Equipo de Liturgia para programar la Cuaresma y pensamos que para expresar el itinerario cuaresmal que vamos a hacer podía servirnos una cruz que se fuera construyendo paso a paso. Yo expresé que quería dedicar la Cuaresma a profundizar en el sacramento del Perdón. Una hermana habló de una cruz luminosa. Así que terminamos con el lema «POR LA CRUZ A LA LUZ». Resulta que al día siguiente se publicaba la Carta Pastoral del Obispo para la Cuaresma que lleva ese mismo título. Nosotros miramos a la cruz no como instrumento de tortura sino como instrumento de salvación. En ella fuimos salvados, redimidos de la esclavitud del pecado. Por eso la cruz, sin quitarle su carga dramática y dolorosa, es para nosotros siempre luz. El Sacramento de la Reconciliación está por estrenar para muchos hermanos y hermanas. Aunque nos hayamos confesado alguna vez, no se termina de comprender la riqueza y la fuerza liberadora que encierra. El primer domingo, el de las tentaciones reflexionaremos sobre el examen de conciencia, sobre la conciencia de pecado. El segundo de la transfiguración profundizaremos en la contracción del corazón necesaria para ser reconciliados. El tercer domingo, el de la higuera, reflexionaremos sobre el propósito de la enmienda que no es comprometerse a no pecar nunca más. el cuarto domingo, el del hijo pródigo descubriremos la fuerza de la confesión de los pecados. Y el último domingo, el de la adúltera salvada por Jesús comprenderemos que la penitencia no es el precio a pagar por el perdón. Espero que esta Cuaresma de como fruto una buena confesión al final de la misma o en la Semana Santa. Y que esa confesión sea un antes aun después en nuestra vivencia de este sacramento que es un tesoro. Feliz y Santa Cuaresma.