Me encanta esta parábola que expresa también lo que es la gratuidad y la misericordia. Aquel criado fue perdonado de una deuda impagable y él no fue capaz de perdonar una deuda pequeña, de cien jornales, como unos 5.000 euros y la suya podía ser mil millones de euros. El regalo fue inmenso pero parece que él no era consciente de ello. La fuerza para perdonar no surge de un propósito o un gran voluntarioso; ni de una idea, de algo que me explican y comprendo, sino de la experiencia del perdón gratuito, el que no se merece. Y esto significa caer en la cuenta de que la deuda que yo no pago la paga alguien por mí. Cuando hay una deuda alguien tiene que pagar. El que ha pagado por todos es Jesús con su Sangre preciosa. El perdón de mis pecados en la confesión es esa Sangre. Podemos vivir la Eucaristía como un cubrirnos con la Sangre del Cordero. En la primera lectura dice que no tenían animales ni templo donde ofrecer sacrificios. Nosotros tampoco tenemos templo ni víctima, tenemos a Jesús el cordero inocente. Cubrámonos con su Sangre preciosa. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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