Dice un anuncio de turismo de la Junta de Andalucía que hace Antonio Banderas que en Andalucía llamamos alegría a las pequeñas alegrías de cada día, porque no hay alegrías pequeñas. Me pareció curioso este anuncio que hace referencia a una forma de ser, de vivir la vida que consiste en saber disfrutar del día a día, sin vivir angustiados porque llega el lunes y tenemos que vivir la pesada semana hasta el fin de semana próximo. ¿Cómo se puede vivir el día a día descubriendo la alegría que cada jornada encierra? Con una vida de oración, no hay otra. Es cierto que necesitamos de vez en cuando experiencias de Tabor, un retiro, una peregrinación… como estamos viviendo este fin de semana en la parroquia. La transfiguración para los tres amigos íntimos de Jesús quería ser una experiencia que les ayudase a vivir la Pasión. Nuestras experiencias de Tabor nos ayudan a vivir los momentos de pasión, de sufrimiento, de sequedad espiritual. Como nos ha hablado Luis MAría en el retiro, en momentos de desolación traemos a la memoria lo que sentimos cuando estábamos en consolación (incluso leemos lo que entonces escribimos), y eso nos ayuda a aguantar hasta que vuelve la consolación. Vivimos el invierno sin desesperarnos porque sabemos que no vivimos en una glaciación, que llegará la primavera. 

La oración diaria, a las duras y las maduras, cuando sentimos algo y cuando no, cuando tenemos ganas de rezar y cuando no, hace posible que mantengamos la visión, el propósito de nuestra vida que es llegar al cielo a la plena comunión con Dios, la resurrección. Mi madre me contaba que si tío el médico del pueblo cuando iba a una visita médica en los días d mucho viento iba con una silla en la cabeza por si se volaba una teja. Vivir sin oración es vivir expuestos a que una teja nos rompa la cabeza. La oración y más concretamente la alabanza es el YELMO DE LA SALVACIÓN. Cada vez que alabamos estamos dando al alma la oxitocina que es la hormona del optimismo. Cada vez que alabamos estamos afirmando como dice San Pablo en la segunda lectura que estamos salvados. 

La tentación de la semana pasada era « estás mal hecho » atacaba ala identidad. La de esta semana ataca a la esperanza, la tentación es « no tienes arreglo ». Claro que tengo arreglo porque  Cristo ha dado su vida por mí y estoy salvado. Y las renuncias de cada día y el combate diario tiene sentido. Escuchando las noticias de estos días sobre la corrupción puede que nos lleve a pensar «no merece la pena luchar por el Reino este mundo está podrido ». La alabanza diaria en consolación o en desolación, nos mantiene firmes en la esperanza. Protege nuestra mente de las tentaciones de pensamientos de desesperanza que nos viene y rechazamos sin dudar. En nuestra parroquia tenemos, además de la Eucaristía de los domingo una asamblea semanal donde alabamos unidos. Es muy potente y no todos los conocen y lo valoran. Os animo a que en esta Cuaresma os paséis y lo aprovechéis. Feliz semana segunda de Cuaresma y bendiciones.