El domingo pasado referí en la homilía si esperábamos de verdad a un Mesías. Aquella generación no aceptó ni a Juan ni a Jesús, ni uno ni otro respondían a sus expectativas, a sus deseos uno era muy fanático y otro era muy light. Jesús no se ajustaba a lo que ellos necesitaban. Para unos era un blando y para otros un blasfemo que no cumplía la ley como ellos pensaban que había que cumplirla. Me da la impresión de que muchos que saben algo de Jesús no terminan de aceptarlo porque no se ajusta sus expectativas de “solucionador de problemas” o “fuente de energía positiva”. En este viernes de   esta segunda semana de conversión en el Adviento nos preguntamos ¿espero yo a Jesús? ¿Que espero yo de Jesús? Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.