Ayer celebrábamos a S. Pablo y hoy a los dos discípulos del maestro. En la primera lectura de hoy S. Pablo le dice a Timoteo que reavive el don De Dios que recibió por la imposición de sus manos. Es cierto que estas palabras se interpretan normalmente como el origen de lo que para nosotros hoy es el sacramento del orden, pero también podemos interpretarla de otro modo. San Pablo se refiere no al hecho de conferir un ministerio de Timoteo sino del don del Espíritu Santo como consecuencia de la oración con imposición de manos. Esa experiencia del Espíritu Santo que todo cristiano debe vivir por primera vez en algún momento de su vida. Mucho hoy viven esa experiencia al hacer los Cursos Alpha por ejemplo. Ese derramamiento o efusión no es algo que sucede de una vez para siempre sino que es un derramamiento continuo, un fuego que se mantiene vivo. Pero para que siga vivo debe cuidarse, como el fuego de la chimenea que si no se alimenta con leña se apaga. Algunos que han vivido el avivamiento al cabo de un tiempo han sentido que se venía abajo y ha sido porque no se ha cuidado. ¿Cómo se cuida? Con la oración personal diaria, con el encuentro en el pequeño grupo frecuente, con la Eucaristía semanal y el sacramento del perdón. o dejes de cuidar ese fuego que hay en ti, es tu mayor tesoro. Feliz día y bendiciones.
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