Seguimos esta semana del asombro. El lunes los vecinos de la región de Gerasa estaban asombrados de ver al endemoniado en su juicio. Ayer se sombraban en el templo de lo que se decía del Niño. Y hoy son los paisanos de Jesús los que se asombran al verlo predicar. En este caso el asombro no les llevó a abrirse a Jesús. Ganaba la cabeza al corazón. Lo conocían bien, se había criado entre ellos y racionalmente no podían comprender lo que pasaba. No podían digerir esa manifestación del poder de Dios. En la Iglesia se da también esto. Hay muchos contagiados del virus del racionalismo. Es cierto que al cristianismo le hacía falta un poco de racionalidad que lo purificase de superstición y fanatismo. Pero esa sana renovación secular ha derivado en un cáncer de racionalismo que niega todo lo sobrenatural. Que apaga cualquier atisbo de asombro ante el poder de Dios. Mantengámonos firmes en el asombro cotidiano por lo que Dios hace en nuestra vida y no dejemos que ese virus nos afecte. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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