El vino nuevo de la salvación de Jesús no podía echarse en lo odres viejos del sacerdocio cultual del Antiguo Testamento. El autor del escrito a los Hebreos se esfuerza en afirmar que Jesús es sacerdote pero que su sacerdocio es otra cosa muy diferente. Jesús no tenía que ofrecer nada por sus propios pecados, en su sacrificio todo es donación. Y no ofrece una víctima sino que ofrece su misma vida, echa oblación como vida para los demás, en el sufrimiento obediente hasta la consumación, hasta el final. En una cultura en la que la libertad a arrasado con el concepto de obediencia cuesta acoger a este Jesús, Hijo – obediente – sumo sacerdote. Para acogerlo quizá tenemos que ayunar de nuestros esquemas mentales, nuestros prejuicios frente a la autoridad y nuestras personales rebeldías. Hagamos ese esfuerzo. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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