Hoy celebramos a San Juan de Ávila, un sacerdote del S. XVI de origen manchego, que impulsó la Universidad de Baeza, motor de renovación del clero andaluz y que terminó sus días en Montilla. Fue un gran predicador y no hablaba como un erudito (se sabía la Biblia de memoria) sino que un verdadero pastor que sabía que sus palabras eran dardos que ayudaban a que los corazones se abriesen a la acción del Espíritu Santo. El sabía bien que es el defensor que prometió Jesús el que hace posible que los hombres y las mujeres se encuentren con Jesús. Como Lidia la vendedora de púrpura de Filipos. Ella escuchó a Pablo y el Espíritu Santo fue el que la llevó a acoger a Jesús como Salvador. Entre nosotros sucede los mismo. No somos nosotros los que convencemos, solo invitamos a acoger a Jesús, es el Espíritu Santo el que provoca el querer. ¿Cuándo es la última vez que has invitado? Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí,