El viernes, en el oratorio con los chicos, me puse a exponer sobre este evangelio así un poco espontáneamente y me encontré hablando de lo que estamos viviendo ahora mismo. Personas aisladas para no contagiar a las demás. Es cierto que la cuarentena del Covid dura como mucho dos semanas, y la de la lepra años y años, pero nos hacemos una idea ¿verdad? En tiempos de Jesús se sabía poco de la lepra y había mas miedo que cuidado y prudencia. La semana pasada hablábamos del problema de la soledad que está dejando amucha gente muy mal por el aislamiento. Y de la distancia social ¿qué me decís? Llevamos casi un año sin tocarnos con normalidad. Los que vivís en familia podéis seguir con besos y abrazos, pero los que vivimos solos, llevamos meses sin una rutina de abrazos tan necesaria para nuestro sistema inmunológico. Debemos tener bajas las defensas y no nos resfriamos porque usamos mascarilla.
Estaba prohibido tocar a los leprosos que eran impuros. El que los tocaba quedaba impuro también. Jesús no necesitaba tocar al leproso para curarlo. Jesús quiso romper esa barrera, esa norma. Pensemos en ese hombre que llevaría años sin sentir el contacto físico. Jesús quiso estar cerca y palpar sus heridas. Jesús lo tocó y aquel hombre no sólo quedó sanado de la lepra sino que quedó TOCADO. No pudo parar de contar lo que le había pasado. Precisamente por contar que Jesús le había tocado Jesús quedó en situación delicada, como impuro, y por eso no podía entrar durante un tiempo en las poblaciones.
Tocado tiene muchas acepciones en castellano. Esta persona está tocada (mal de la cabeza); tengo la rodilla tocada…; la economía está tocada… Y seguro que todos alguna vez hemos dicho: “esta película me ha dejado un poco tocado”. Nos referimos a esa situación emocional de “estar tocados”. Esto también lo podemos decir de la vida espiritual: “Esta Eucaristía me ha dejado tocado”; “He salido de la oración tocado”. Los discípulos misioneros somos personas que han experimentado ese toque de Jesús, no con su mano, sí con su Espíritu. Ese toque en el alma, en el corazón ¿Verdad que sí?
La imagen de esta semana son dos personas de espaldas y una toca en la espalda a la otra. Están rezando el uno por el otro, intercesión con contacto físico. Es cierto que el Espíritu Santo no tiene barreras y que rezando por video llamada actúa. Pero nosotros necesitamos el contacto, el ser tocados, por eso usamos este modo de intercesión. Jesús necesita nuestras manos para tocar físicamente. Yo le presto las mías en los sacramentos. Él necesita las tuyas para tocar. Manos Unidas ha prestado las suyas para tocar mucha pobreza y miseria. Es cierto que ahora no podemos tocarnos, pero por eso ahora apreciamos más este aspecto de las relaciones que no puede faltar en la vida de fraternidad. Damos gracias por Manos Unidas, por los toques que el Espíritu Santo nos regala y pedimos, por intercesión de San José, ser libres y tener nuestras manos disponibles para que Jesús siga tocando a muchos. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
Comentarios recientes