La semana pasada veíamos a Juan como el amigo que prepara el camino al amigo con la novia. Esta semana Juan es líder que  reconoce que hay otro líder más fuerte, con más poder, con un bautismo más potente. Es como el concursante del programa “LA VOZ” que se alegra cuando un compañero pasa de fase y él no. Como los futbolistas que se alegran del gol que mete su compañero de equipo.  Es la alegría de reconocer que otro brilla más que tú. Esta alegría refleja que una persona esa sana, que no se deja llevar por la envidia y las comparaciones. Al comenzar la Misa de hoy pedimos perdón por la tristeza, que no es pecado, que es una emoción, pero que a veces es consecuencia del pecado, del no amor. Estamos buscando estrellas en el  firmamento del Barrio. Buscarlas implica  estar dispuesto a reconocer que otros han brillado más que yo, mas que mi familia, y hacerlo seguro que nos llena de alegría. 

La alegría de este domingo no es la alegría descarada, de los que disfrutan, que puede ser hasta un insulto para los que sufren. Se trata de esa alegría con mesura que dice San Pablo, que es la elgría del corazón. Es la alegría fruto del Espíritu Santo, consecuencia de la presencia de Dios en nosotros. Si nuestro corazón está sano experimentamos esa alegría. Por eso hay que cuidar el corazón, custodiarlo como dice San Pablo. El Papa Francisco habla de este tema. Él dice que custodiar el corazón es cuidar que o se meta e él el rumor del mundo que lo vuelve insensible a reconocer lo que Dios hace en nuestra vida. Cuando no reconocemos la obra de la gracia en nuestra vida, es porque nuestro corazón está enfermo, le falta paciencia, humildad… Por eso es tan importante custodiarlo, cuidar nuestra alma, alimentarla bien con la oración, con la eucaristía cada semana, cuidarnos de leer, escuchar, ver ciertas cosas que no nos hacen bien y nos roban la paz.

¿Cómo puedo saber cómo está mi corazón? Cuando el corazón está sano, bien custodiado, brota de él la alabanza. El profeta Zacarías invita a Jerusalén a gritar de gozo porque Dios está en medio de ella. Como el salmo tan bonito de hoy. Si no brota de ti una “te quiero Señor” “eres maravilloso”. No quiero decir que lo digas con los labios, que es lo mejor, basta con que lo pienses. Y precisamente alabar es la mejor manera de cuidar el corazón, es como la miel que cada mañana tomamos en el desayuno que nos aporta defensas y cuida la garganta. Hay un tratamiento diario, semanal y de vez en cuando hay que tomar tratamiento intensivo de retiros, peregrinaciones  y convivencias. Como el de este domingo, de todo necesitamos. ¡Seguimos buscando estrellas! Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.