En este tercer domingo de Pascua resuena mucho esto de “el Mesías tenía que padecer”. La crisis de la cruz fue algo muy muy fuerte que costó mucho superar. Los discípulos estaba en estado de shock, como si llegaras a casa y te encontraras a un familiar muerto de forma repentina. Se trataba de algo más duro aún, era la muerte del Mesías, del salvador. En el relato de los discípulos de Emaús se refleja muy bien cómo se sentían Que nosotros entendamos lo que significaba para ello el Mesías, es tan complicado como para ellos comprender lo que es la sociedad digital de internet. Pongo estos ejemplos para caer en la cuenta del esfuerzo que hay que hacer para conectar con aquella crisis.
La cuestión que suscitó era: ¿cómo ha podido Dios permitir esto? Esta pregunta nos suena ¿verdad? Seguro que todos nos la hemos hecho alguna vez. Ellos encontraron la respuesta en la Sagrada Escritura. Por eso dice el Evangelio que Jesús les abrió el entendimiento para comprender las escrituras, como a los discípulos de Emaús. Aquella primera comunidad releyó todo el Antiguo Testamento buscando una respuesta a esa pregunta. Esa respuesta no era sólo para ellos, para los amigos de Jesús, sino también para todo Israel. Por eso San Pedro en su discurso lo afirma y más adelante lo argumenta con varios textos.
¿qué nos pasa a nosotros cuando no resolvemos las crisis, las decepciones, los fracasos? En las relaciones matrimoniales las crisis no resultas y guardadas debajo de la alfombra terminan pasando factura y la cuerda, se desgasta, la relación se rompe finalmente. ¿No conoces a alguien que haya abandonado su relación con Dios por una decepción, una crisis o un fracaso? Por eso en la relación con Dios, como aquellos primeros cristianos, no podemos seguir, como si no pasara nada, sin responder a esa cuestión. Y lo hacemos como ellos buscando la respuesta en el Evangelio, y con otros, acompañado, como en un Grupo de Vida donde los hermanos me ayudan a procesar y resolver esa crisis. No afrontar esto es como esconder cadáveres en el jardín de la casa. Como en las películas de suspense, los muertos terminan aflorando. Le pedimos a Jesús que nos abra el entendimiento como se lo abrió a San José (cuando se encontró con María embarazada) para superar las crisis de forma adecuada, porque lo que nos jugamos es que nuestra relación con Dios se rompa. Y seguimos pendientes de los milagros, de los frutos que el Espíritu Santo suscita en nuestra vida. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
Comentarios recientes