Ayer empezamos el Sínodo en la parroquia. Fue una alegría ver a un grupo de hermanos que se sentían llamados a participar. Una de las preguntas decía: “¿Damos tiempo o damos vida?”. Está claro que cuando uno da vida está dando tiempo, dedicando tiempo. Pero la traigo a colación aquí porque las viudas de la palabra de hoy no dan de lo que les sobra, lo dan todo, dan la vida. Como Jesús, que dice en la segunda lectura que se ofreció y lo entregó todo. Cuando uno da el tiempo que le sobra no está dando vida. Puede haber en las comunidades personas así, pero las parroquias están llenas de personas que no les sobra el tiempo y participan, y sirven. Y creo que como a la viuda de Sarepta, el tiempo se les multiplica. 

Es muy importante que los que “hacen algo” en la parroquia lo hagan con esta motivación: “entregar la vida a Cristo”. Uno sirve con las cualidades que posee y con los dones y carismas que recibe del Espíritu Santo. Si no tienes oído no puedes cantar, si no soportas los conflictos no puedes liderar un equipo. Por eso, cuando se encomienda a alguien un servicio hay que discernir quien es el mas adecuado. Que alguien ayude con el sonido o el ordenador en la Eucaristía no es tan delicado y se puede pedir en voz alta ¿alguien está dispuesto? Pero cuando se trata de encomendar el acompañamiento de un grupo de hermanos no se hace así. Hay que tener en cuenta, además de las cualidades personales y los dones, si es el momento de esa persona. Me refiero a si ese hermano ha madurado en su relación con Jesús. Los que se enamoran suelen tener ganas de hacer muchas cosas y a veces hay que decirles que esperen. Deben seguir conociendo a Jesús y pasar por las necesarias crisis y decepciones, como en un noviazgo. Superado todo eso, y siendo consciente de que Jesús ha dado la vida por él o por ella, llega el momento de que ese hermano le entregue su vida a Cristo, como los esposos se entregan la vida al casarse. 

Hoy celebramos el día de la Iglesia Diocesana. Formamos parte de una gran Iglesia, extendida por toda la provincia de Jaén. Precisamente nos encontramos en un momento especial y delicado de cambio de obispo. El pastor de todos, responsable de todo pero no “del todo”. Como yo, párroco de Santa Isabel soy responsable de todo pero no del todo. La responsabilidad de la comunidad es de todos. Y cada uno la ejerce desde su servicio concreto. Tenemos un equipo de responsables de ministerios que organizan toda la actividad de la parroquia. Coordinan equipos de personas y actividades.  Damos gracias a Dios por ellos y todos los que con ellos sirven en los diferentes ministerios. Feliz domingo y bendiciones.  Para ver las lecturas pincha aquí.