Zaqueo estaba muerto como la Iglesia de Sardes. Aunque como en aquella comunidad había un resto de fieles, en Zaqueo había un mínimo de Libertad que hizo posible su cambio de vida. A ese resto de Libertad que siempre hay en nosotros es al que recurre a Jesús cuando llama a la puerta de la vida de alguien. Por muy perdido, alejado, hundido, desesperado, que alguien esté, siempre, siempre hay un resto de Libertad que hace posible un cambio de rumbo. Por eso Jesús no se cansa de esperar a la puerta. Nosotros solemos cansarnos y decimos “este ya no tiene arreglo” pero no es así. Zaqueo abrió ese día la puerta y cenando con Jesús, dejándose mirar a los ojos por el, abandono la idolatria del dinero y se convirtió en discípulo de Jesús. Cuantos a nuestro alrededor hay que están escuchando la llamada de Jesús. ¿Podemos ayudarles a abrir la puerta? Feñiz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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