Ayer en la Oración 4G como siempre alabábamos, y en un momento de la alabanza, y teniendo en mente la lectura de Ezequiel de ayer, la corriente que manaba del Templo y renovaba la vida, yo me visualizaba sumergido. Es cierto que yo soy muy acuático y me encanta nadar y sumergirme en el mar. Pero era algo más profundo, era como volver al seno materno donde estamos en un medio líquido. Cada vez que alabamos nos sentimos así, sumergidos en el amor de Dios. De los leprosos que fueron curados solo uno se sumergió en la alabanza, y este fue salvado, es decir, recuperó la belleza original, encontró su verdadera identidad, que no es la del individuo libre que se basta, sino la de la criatura pequeña y que recibe el ser, la del hijo que no es nada sin padre y madre. Dios no es sólo alguien que me resuelve los problemas, sino el que le da a mi existencia un sentido que nadie le puede dar. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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