No creo que Jesús disfrutara mucho con la que lió en el Templo. Sabía que se la jugaba ya del todo con ese gesto profético. Todos los profetas se las jugaron proclamando la palabra que recibían de Dios. Esa Palabra que al paladar sabía dulce pero que luego daba ardor porque tenía que ser proclamada a quien no quería escuchar. La denuncia profética es una de las misiones de la Iglesia, denunciar la injusticia y defender a los que nadie defiende. Ha habido muchos mártires de la justicia Gea des profetas como Mons. Romero obispo en El Salvador o Iqbal Masih el Niño mártir de la esclavitud infantil. Todos tenemos a nuestro alrededor situaciones de injusticia que reclaman una denuncia sin caer en el extremo de los que desde el balcón echan la bronca a los que van sin mascarilla por la calle. Ayer decíamos que todos somos sacerdotes por el bautismo y también profetas. No tengamos miedo a ese ardor de la palabra profética. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.