Para la Jornada de la Sagrada Familia se difundió un video muy interesante que nos decía “eres un churro, elegido, un acierto causal sin igual”. Me encantó el vídeo y me he acordado de él cuando leo en tantos mensajes de los que recibimos sobre los propósitos para el nuevo año. Para nosotros la palabra propósito no es sólo una buena intención sino el sentido de nuestra vida. No estamos vivos por casualidad sino por la voluntad amorosa de Dios, y cada uno de nosotros hemos nacido con un propósito, para algo. Los creyentes compartimos un propósito que nos recuerda la segunda lectura, el de ser hijos de Dios y heredar la vida eterna. Es bueno que lo recordemos al comienzo del año, este 2022 será un peldaño más en la escalera de nuestro gran propósito de llegar al cielo.
María también nació con un propósito, ella no se lo podía ni imaginar cuando lo descubrió. Y seguro que muchas veces tuvo que recordarse a ella misma para qué había nacido y el sentido de todo lo que le sucedía. Como cuando estaba en Belén escuchando a los pastores y viendo como miraban a su pequeño Hijo. Ella aprendió a guardar en su corazón todos esos acontecimientos, dice San Lucas, para luego meditarlos. María iba juntando un tesoro de experiencias del amor Dios que se convirtieron en un verdadero caudal, un activo maravilloso para las pruebas futuras. Porque María a lo lago de su vida experimentó muchas pruebas y dificultades, y en ellas su corazón temblaba y su alma se estremecía. Y la prueba más fuerte fue la de la Cruz. María se mantuvo firme al pie de la cruz porque había atesorado durante toda su vida experiencias de amor de Dios.
Nosotros aprendemos de ella a hacer lo mismo. Cada día no sólo hacemos examen de conciencia sino que contemplamos nuestra vida para descubrir “lo que Dios ha hecho hoy por mí”. En las células parroquiales se comparte sobre esto. Recordar es precisamente pasar por el corazón. Todo eso lo vamos guardando y cuando nos llegan las dificultades y las pruebas, podemos responder al mal espíritu, cuyo único propósito es hacernos caer, que no, que Dios nos ama, que él sabe más, que todo será para bien, que Dios no nos abandona. El hombre sabio ahorra en tiempos de vacas gordas, para que cuando lleguen las flacas, poder sacar del banco lo ahorrado. Eso mismo sucede con las experiencias de fe, las vamos guardando como un valioso activo, un caudal del que poder sacar en tiempos duros, de sequedad, de desierto. Cuando te deseo feliz año nuevo, no te deseo un año sin dificultades, porque eso es imposible, lo que te deseo es que seas capaz de superar esas dificultades porque lo empieces con mucho ahorrado, con el corazón lleno de experiencias de amor de Dios. Feliz año nuevo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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